Amici - Nemici: gli italiani in Spagna: 1936-1939
Este artículo parte de una beca de investigación histórico-literaria sobre la intervención italiana en la Guerra Civil Española para la Fondazione Maria e Goffredo Bellonci de Roma
Investigación en
la que tenía que estudiar un hecho histórico italiano y ver cómo lo había
tratado la Literatura. Siendo español, como soy, y estudiante de Filología
Italiana, seleccioné un hecho histórico que vinculara ambas naciones (España +
Italia): la intervención italiana en la Guerra Civil Española. Como obras
literarias quise ver sendos prismas (español + italiano) por lo que seleccioné
dos obras: la novela Erica y sus
hermanos de Elio Vittorini por parte italiana, y la obra de teatro ¡Ay, Carmela! de José Sanchís Sinisterra,
en su versión cinematográfica de Carlos Saura, por parte española.
Han pasado dieciséis años desde que realicé este trabajo y doce desde que se publicó en este libro. En él encontraréis un texto muy parecido al que vais a leer a continuación. Me he permitido hacer algunas actualizaciones e incluir enlaces de interés (por ilustrativos) a otros artículos de mi blog y a alguna que otra peli comentada en el fancine. En breve incluiré el comentario de ¡Ay, Carmela!
Tuve el placer y el honor de presentar las conclusiones de mi trabajo en el Convegno Internazionale Narrare la Storia - Dal documento al racconto en Mantua. Tuve el placer de volver a ver a Umberto Eco, a quien conocí en el Istituto Italiano di Cultura de Madrid. Esta vez compartimos escenario, junto con Lawrence Nolfolrk y, en la cena después de mi intervención, compartimos mesa y mantel. Hablar de Historia, de Cine, Literatura y política... con Umberto Eco, siendo además filólogo, como lo soy, fue un sueño hecho realidad.
Han pasado dieciséis años desde que realicé este trabajo y doce desde que se publicó en este libro. En él encontraréis un texto muy parecido al que vais a leer a continuación. Me he permitido hacer algunas actualizaciones e incluir enlaces de interés (por ilustrativos) a otros artículos de mi blog y a alguna que otra peli comentada en el fancine. En breve incluiré el comentario de ¡Ay, Carmela!
Tuve el placer y el honor de presentar las conclusiones de mi trabajo en el Convegno Internazionale Narrare la Storia - Dal documento al racconto en Mantua. Tuve el placer de volver a ver a Umberto Eco, a quien conocí en el Istituto Italiano di Cultura de Madrid. Esta vez compartimos escenario, junto con Lawrence Nolfolrk y, en la cena después de mi intervención, compartimos mesa y mantel. Hablar de Historia, de Cine, Literatura y política... con Umberto Eco, siendo además filólogo, como lo soy, fue un sueño hecho realidad.
Narrare la Storia - Dal documento al racconto - Fondazione Maria e Goffredo Bellonci - Álvaro García Amici-nemici. Gli italiani nella Spagna: 1936-1939 - Italianos en la guerra civil española |
El trabajo que propongo gira en torno a la relación establecida entre italianos y españoles
durante la guerra civil del 36, e intentaré enfocar los diversos modos de
recepción y valoración establecidos entre ambas nacionalidades desde una
perspectiva histórica y cultural.
Amici - Nemici: gli italiani in Spagna: 1936-1939
Se estructura sobre dos grandes bloques:
- El
primero literario. Intentaré dar a entender cómo ha sido
valorada e interpretada la presencia de las tropas italianas en España. Y de cómo tales valoraciones e interpretaciones han asumido a menudo la
forma de metáfora cultural transformando ciertos tópicos en textos. Textos que han
desarrollado la doble función de ser receptores y emisores de una
fosilización en la percepción de la alteridad vigente en nuestros días
- El segundo histórico. Resalto los episodios más importantes de la intervención
italiana en la guerra civil española. A partir de los primeros envíos de ayuda y prestando
atención a determinados episodios, intentaré reconstruir la creación de
falsos estereotipos atribuidos a los combatientes italianos. Remarco hechos particularmente interesantes relativos, por ejemplo, a los
italianos caídos y sepultados en territorio español al final de la guerra
Debo, por tanto,
partir de la consideración de que estamos hablando de seres humanos y de
relaciones humanas subjetivas establecidas con las personas circundantes
enmarcadas dentro de una situación extrema. Subyace la reflexión de la
sencillez con que el ser humano intenta sobreponerse a los límites de la propia
dignidad cuando ésta se enfrenta a la mera supervivencia. De cómo llegan a
sobrepasarse los escrúpulos y los principios. Estas reflexiones se traducen en
los textos seleccionados en una valoración que pone de relieve la corrupción de
la pureza, de la inocencia ontológica y la desviación de casi cualquier
principio racional.
La metáfora de la
infancia, inocencia innata que utilizará Elio
Vittorini, como veremos, así como la desesperación y las carencias de
instrumentos y medios morales e intelectuales, utilizadas por Saura.
Será a partir de
estas reflexiones que orientaré mi trabajo. Estas primeras pinceladas son, en
el fondo, una serie de reflexiones personales a propósito de cómo el ser
humano, enfrentado a sus propios límites y sometido a exigencias
extremas, pierde el equilibrio y se difumina. Es una conclusión crítica que
subyace en esta idea el punto de partida de mi trabajo analítico que, insisto, se
basa en la novela de Elio Vittorini:
Erica y sus hermanos y la película ¡Ay Carmela! de Carlos Saura en lo que
concierne a los aspectos sociales y culturales.
Nos enfrentamos a
dos textos creados en épocas distantes, con personajes diferentes y
aparentemente lejanos, que sin embargo tienen en común la guerra civil española.
Mi objetivo consiste en aislar a los personajes principales de ambos textos (Erica y Carmela), e intentar trazar las
líneas que establezcan los eventuales paralelismos. Todo esto para enfrentarme
a la compleja simbología latente en las dos protagonistas de las obras. A
través de ellas, entender la realidad histórica, incluso las valoraciones
culturales y morales, del por qué Mussolini
envió sus tropas en apoyo del bando nacional y en contra de la corrupta y
corrompida República Española.
El primer hecho
que se desprende es que en ambos textos las narraciones se desarrollan en
ambientes caóticos. Un desorden metafórico en el que subsisten los personajes
principales que protagonizan acciones de las que no se les podría
responsabilizar. Como si se tratara de peonzas lanzadas al azar, describiendo
movimientos incontrolados. La máxima crueldad de esta: su “no actividad” reside en su profunda conciencia de inercia, en su
percepción de ser parte involucrada de un juego en el que no han elegido
participar.
Según mi entender,
esta representación de las protagonistas equivale al primer nivel metafórico. El ambiente caótico equivale a la España de
los años previos y al propio 36. Una nación carente de valores cayendo, en
barrena, en una guerra cruel y fratricida Una generación de idealistas sacrificados
-de ambos bandos- que terminaron por sembrar el territorio español con un mar
de tumbas. La trágica consciencia de inercia, incluso manipulación, sería la
metáfora de estos individuos. Por ejemplo los italianos llegados a España sea
para defender a la República, o al bando nacional. Se vieron implicados, hasta
hacer suya, una causa extranjera, mantenida por extremismos ideológicos y que a
menudo dejaron testimonio de su propia percepción del hecho que eran peones en
una partida jugada por personas ciegas. Una partida empezada en España y cuya
conclusión tendrá lugar en el corazón de Europa.
Es necesario
aislar el contexto para poder proyectar la función simbólica y metafórica de
los personajes. Para mí es muy importante repetir que la base de mi trabajo es
la intención de comprender el papel que desempeñaron los soldados italianos
durante la guerra civil en España. Evaluar su importantísima labor en una serie
de acontecimientos que serán clave a la conclusión del conflicto, para después
afrontar el verdadero problema, es decir, el mecanismo de recepción e interpretación,
no sólo de los soldados, sino de toda Italia.
En otras palabras,
se trata de enfrentarnos a la compleja cuestión de la “alteridad”, de los mecanismos y preconceptos culturales que
conforman ciertos tópicos sobre los que se apoya una valoración global del “otro”, de lo “extranjero”.
Elio Vittorini,
pionero en materia del estudio y recepción de los “extranjeros” a través de su labor de traducción y divulgación de
autores extranjeros, ofrece, como cabe notar, una visión de lo real a través de
una reelaboración mítica y simbólica. En la novela Erica y sus hermanos, tal mecanismo literario le permite plasmar la
durísima realidad de los años de entreguerras. Y después evaluar las
consecuencias sociales y existenciales de la crisis económica, analizar el
sentido de acciones históricas concretas (como la tentativa imperialista
italiana en Abisinia), y perfilar y
analizar con lucidez y claridad el final de la República Española.
En el personaje de
Erica podemos ver reflejada la corrupción del período en que se desarrolla. La
imagen es la de una niña indefensa sobrepasada por los acontecimientos
dramáticos que protagonizan sus adultos. Sus padres, en un intento por sacar adelante
a sus hijos conforme a sus posibilidades, se convierten en la metáfora de una
sociedad en equilibrio precario, una máquina, que con el fin de garantizar el
propio funcionamiento, logra destruirse a sí misma. La narración subraya la
involución inconsciente de los personajes y se sostiene en cómo se esfuma el
método narrativo. Partiendo de formas que recuerdan el mundo de la fábula, las
cuales aíslan y exponen la absoluta e innata inconsciencia de Erica, niña de
cinco años sumergida en la psicología y curiosidad propia de su edad, para
terminar en una anti-fábula en la que la realidad obscura y cruel del mundo
adulto se impone al resto.
Erica es, en el
fondo, la imagen de un mundo que podría haber sido. El intento de fijar
metafóricamente una realidad feliz y, en este sentido, representa la visión
ingenua y crédula del mundo, vista desde un adulto, los valores propios de la
infancia con lo que ésta implica tanto de esperanza y confianza. Es el velo
confiado que protege la consciencia de Erica de la contaminación y que le
impide evaluar la realidad y se comporta de manera torpe, casi vulgar e
inhumana, privada de esperanza tal como sucediera con la Europa del momento. En
la novela será la enfermedad del padre y el consiguiente alejamiento de la
madre, elemento externo e involuntario que romperá la burbuja que protege la
consciencia de Erica.
Hechos externos,
ni provocados ni deseados por Erica, legados inconscientemente por sus padres,
provocan una brecha brutal en la consciencia y el intelecto dentro del texto.
Es propiamente, el sutil, pero brutal vuelco en la existencia de Erica que se
transforma en el testimonio de una fatalidad, de un destino funesto que se
vislumbra en el horizonte y cuya máxima tragedia reside en el hecho de que la
propia Erica, aún teniendo percepción, no alcanza a valorar las repercusiones
finales.
En este sentido,
Erica es el símbolo que representa la España del 36 y metaforiza al gobierno
republicano: es una entidad ingenua e inocente envuelta en una espiral cruel
que intenta no obstante seguir avanzando incluso ante la adversidad. Esta
Erica/España que, en su inconsciencia, percibe sus propios actos como errores,
incluso los asume y sigue adelante, obligada a enfrentarse, como en el mito
edípico a su propio destino trágico.
A la hora de tomar
decisiones, que intuye suicidas y erróneas, Erica, y por tanto la República Española,
asume también la responsabilidad de los cambios internos que sus actos
provocarán, y su humillación final equivaldrá a la de una sociedad consciente e
inevitablemente ultrajada.
Vista desde esta
perspectiva toda la vivencia existencial de Erica implica paralelismos con la
historia española. La novela habla de las vicisitudes de una niña que lucha por
mantener intacta la inocencia de sus hermanos sacrificando la suya, (metáfora
de las últimas tentativas del gobierno republicano). Se siente perdida y
desorientada desde el momento en que comprende que el regreso de la madre se va
retrasando, (metáfora de una ideología nuclear: indicio de humanidad utópica y
de unidad materna que la España del 36 había perdido). Erica encuentra un
mínimo de satisfacción al ver que la despensa no está vacía del todo, (metáfora
del error de valoración que el crédulo gobierno español hacía de sus propios
recursos intelectuales (políticos) y medios materiales (el ejército). Será pues
el símbolo de la escasez de víveres y de las consecuentes y progresivas
carencias domésticas las que llevarán a Erica a gastar sus únicas y escasas
riquezas, las pocas monedas que posee en un intento de afrontar la dificultad.
Metáfora de un enésimo error de valoración del gobierno español sobre la
posibilidad de paliar sus muchos problemas con vistas sólo a medio y corto
plazo, gastando por encima de sus posibilidades el patrimonio nacional.
La única y esencial
justificación es que Érica no es más que una niña. Joven e inexperta -como la
República- capaz de tomar decisiones sólo si éstas respondían a las
alternativas previstas por su madre antes de partir. Pero la realidad
imprevisible se impone material y concretamente, (metáfora: los comerciantes
que le cortan el crédito y los víveres), y al poco tiempo Erica descubrirá su
incapacidad para proteger y sacar adelante a sus hermanos. Metáfora de la
incapacidad de evitar la guerra impuesta por su propia gestión ideológica, con
acciones republicanas contrarias a la Democracia.
Debo anticipar en
este momento uno de los paralelismos entrevistos en ambos textos. En cierto
sentido es el más evidente. Vittorini y Saura cnetran sus historias en dos
protagonistas femeninas para representar a la República: Erika y Carmela. Ambas
figuras “matriarcales” en un universo tópica y simbólicamente masculino. Un
mundo insensible, harapos y decadencia absoluta. Erica representa a la ingenua
infancia, y Carmela es la mujer adulta en la que podría haberse convertido. La
suma de ambas es la España que se estrella contra la hostilidad global,
antitética a si misma, (por ello: masculina), que le llevará a un final
trágico.
En este sentido,
si Erica es España en un sentido genérico, (privada de una “madre” que le guíe,
es decir, una Europa compacta, una identidad nacional y religiosa), Carmela
sería la República en si misma. Aquella que antepone utopía a sensatez; ideología
a política; el odio al prójimo en vez de convivencia democrática.
¡Ay, Carmela! - Película de Carlos Saura protagonizada por Andrés Pajares, Carmen Maura y Gabino Diego - Italianos en la guerra civil española - Cine español - el troblogdita - ÁlvaroGP |
La película ¡Ay, Carmela! se desarrolla en un
tiempo más concreto que el texto de Vittorini. La guerra civil española. La
protagonista Carmela es una artista de variedades acompañada por dos compañeros
con los que recorre el frente para representar espectáculos que eleven la moral
a las tropas republicanas.
Como sucediera en
el caso de Erica, el personaje femenino de la película está enmarcado en un
contexto hostil y sumergido en la vorágine de la más oscura realidad mezquindad
humana. Quiere animar a los combatientes republicanos, dando a entender su
altura de miras culturales pero a éstos solo les importa amenazar de muerte al
clero y reír con los pedos que se tira Paulino, su compañero de escena. Esto
tendría que ser frustrante para ella. Pero es la cruda realidad a la que se
enfrenta Carmela (República Española): anhela un público culto y cultivado,
idealizado por su propia ideología que se manifiesta rudo, inculto, agresivo y
sediento de sangre… y de pedos. Todo esto aderezado, como vemos en Gernika, con censura, torturas y asesinatos a sangre fría en las checas (cárceles para torturar) que afloraron en la República.
Hago un alto para
destacar la paradoja del ideal bucólico de la República. En nuestros días se
nos quiere dar a entender como un paraíso de igualdad, libertad y fraternidad.
Como el ejemplo a seguir por cualquier Democracia que se considere como tal. El
epítome de Libertad. El ejemplo a seguir por toda sociedad civilizada. Pero no hay más que escuchar el himno popular de la República española para
comprender la gran mentira. Todo era una gran mentira que buscaba aplastar,
erradicar y eliminar a todo aquel que pensara de un modo diferente. Para
muestra, su letra:
"Si los curas y frailes supieran
la paliza que les van a dar
subirían al coro cantando:
¡Libertad, libertad, libertad!
Si los curas y frailes supieran
la de hostias que van a llevar
subirían al coro cantando:
¡Libertad, libertad, libertad!
Si los reyes de España supieran
lo poco que van a durar
a la calle saldrían gritando
¡Libertad, libertad, libertad!
¿La reina quiere la corona?
Corona le daremos
Que venga a Barcelona
¡Y el cuello le cortaremos!"
En la película no
se disimula este odio. Ni la sed de sangre. Se supone que es uno de los
instantes más emotivos. Cuando anarquistas, comunistas, guerrilleros y
brigadistas cantan el himno, con el puño en alto al son que marca Carmela.
Al terminar cada
espectáculo, Carmela y sus compañeros se desplazan en su maltrecho furgón de un
pueblo a otro dentro de la zona republicana. En una de las escenas de mayor
intensidad, utilizando una elipsis narrativa clásica, los tres se adentrarán en
una niebla que obligará al conductor a ralentizar al máximo la velocidad. Tanto
que los tres terminan durmiéndose. Al despertar encontrarán la situación
completamente cambiada. Las tropas nacionales de Franco avanzan, y de
improviso, los tres artistas se cruzan con una columna de legionarios cuyo jefe
se encarga de hacerlos llegar al despacho de su superior.
Los tres van a la
cárcel a la espera de una sentencia incierta. En prisión conocen a un grupo de
brigadistas comunistas polacos que luchan por la República. Será justo en este
momento cuando se percatarán del futuro se les presenta pesimista y trágico. No
obstante los tres son liberados por un oficial italiano amante del arte. Al
descubrir que son actores decide reclutarlos y les propone hacer una
representación que eleve la moral de los legionarios del bando nacional,
soldados españoles e italianos, y les exige que en la representación se
ridiculice a la República, es decir, aquello por lo que los tres artistas se
han arriesgado y trabajado. Los tres terminan por aceptarlo con la finalidad de
salvar sus vidas. Carmela es consciente de la traición pero decide aferrarse al
principio de supervivencia. Todo parece ir bien hasta que ya en el teatro, a
punto de iniciar el espectáculo, se entera de la presencia de los brigadistas
polacos entre el público, los que conociera mientras la reclusión, a quienes
fusilarían al alba.
En el momento en
que Carmela, al final de la representación debe interpretar la parte escrita
para ella por el teniente italiano en la que debe hacerse pasar por la
República Española, que enferma, va al doctor; y sufre un proceso catártico.
Presa de la furia decide hacer un último homenaje personal a los brigadistas
polacos ofendiendo a los legionarios españoles e italianos y provocando una
algarabía durante la cual, uno entre el público saca una pistola y la mata.
Carmela, como
Erica, es un personaje complejo: una mujer que trabaja en parte para mantener a
sus compañeros, que como Erica soporta sacrificios y humillaciones para
garantizar una supervivencia masculina, ingrata y miope. En el caso de Carmela,
sus continuas dislocaciones, los movimientos caóticos que acompañan a los
desplazamientos, representan la absoluta carencia de estabilidad y referencias
emotivas de un personaje devastado por lo ajeno a ella que además, como Erica,
acepta y afronta su propio destino decidida, desesperada y en defensa de una última
coherencia.
Las dos figuras
femeninas de estos textos oponen la delicadeza y la rectitud sentimental a la
dureza “fisiológica” del mundo masculino. Erica es frágil e inocente, Carmela
dura y experimentada, pero entre ambas emerge la conciencia del hecho de su
sola existencia depende cada día de una voluntad externa, ajena a sus actos. El
único elemento que les guía, prioritariamente en sus elecciones es la necesidad
de garantizar la supervivencia de aquellos que están bajo su tutela, (los
hermanos, los compañeros…), una responsabilidad que trasciende sus identidades
y se convierte en la única norma moral.
El carácter
militarizado de la sociedad que las rodea será otro elemento común en ambos
textos. Erica termina prostituyéndose con los soldados y sargentos del cuartel
cercanos a su casa. Carmela depende de un sargento italiano, megalómano
preocupado, tan solo, por dar buena imagen a sus superiores españoles a los que
desea entretener con un espectáculo ideado y preparado por él sobre un
escenario en el que penden las banderas fascista, nazi y franquista.
Carmela y Erica
viven inmersas en el caos, privadas de futuro, desesperadas en la intimidad,
imposibilitadas para pedir apoyo a quienes les rodean, (hermanos o compañeros),
que inconsciente y vilmente las transforman en punto de referencia y en
barreras para no enfrentarse a la realidad.
Entre ambas, la
metáfora de la prostitución, (física en Erica, psicológica en Carmela), se
convierte en el emblema absoluto de la inutilidad de sus esfuerzos, no comprendido
ni reconocido por los otros, y por esto ambos textos culminan en sendas
tragedias.
Me parece obvio el
paralelismo con la España prostituida física y moralmente, no sólo por la
guerra cainítica, sino porque el país entero se transformó en el escenario en
el cual medirían sus fuerzas los ejércitos europeos, de uno y otro bando. Una
España prostituida por una República que reflejaba la decadencia de su propia
naturaleza: el odio al que no pensaba como ella.
En este contexto queda abierta la pregunta clave de este trabajo, la función de los soldados italianos, otra coincidencia notable en ambos textos. En ambos el elemento que emerge con mayor evidencia es el interés ciego y carente de motivaciones ideológicas que parece mover a las tropas, los políticos y así con todo, a los individuos que, al final, muestran la misma fragilidad que las dos protagonistas y son arrastrados por los acontecimientos hasta el límite de la moralidad.
En este contexto queda abierta la pregunta clave de este trabajo, la función de los soldados italianos, otra coincidencia notable en ambos textos. En ambos el elemento que emerge con mayor evidencia es el interés ciego y carente de motivaciones ideológicas que parece mover a las tropas, los políticos y así con todo, a los individuos que, al final, muestran la misma fragilidad que las dos protagonistas y son arrastrados por los acontecimientos hasta el límite de la moralidad.
Este es el punto
del trabajo en el que no sólo debo referirme a la realidad histórica, sino
subrayar que voluntariamente o no, la realidad fue que la intervención de las
tropas italianas en España se convierte, por lo menos a partir de cierto
momento, definitivo, y su presencia decisiva para los fines que se habían
propuesto los militares leales a España y rebeldes a la República.
El contexto en el
que se desenvuelven ambos personajes, Erica y Carmela es el de la guerra civil
española, que a su vez está inmerso en la vorágine política que sacude a
Europa. Si con este trabajo queremos entender algo a propósito de cómo fue la
intervención italiana en España y su repercusión, no me queda más remedio que
centrarme ahora en el aspecto histórico de dicha participación que intentaré
contextualizar políticamente dentro y fuera de las fronteras españolas para
facilitar su comprensión.
En 1936 Europa disfruta de la calma que precede a la tempestad. De Norte a
Sur, de Este a Oeste las naciones se agitan y las tensiones van creciendo de
uno a otro confín.
Dos potencias empiezan a mirarse a los ojos calculando el margen de
actuación de que disponen para un futuro próximo. El oso soviético de Stalin
afila las uñas especulando con la posibilidad de extenderse todo lo posible
hacia el corazón de Europa. En Alemania, la llegada a la cancillería de Adolf Hitler
hace que uno de los pueblos más orgullosos del orbe deje de lamerse las heridas
infligidas en la Guerra Mundial y pone en funcionamiento la Industria de guerra
para competir con las potencias que lo humillaron al firmar el Tratado de
Versalles, mientras endulza el paladar del oso soviético planteando siniestros
planes de colaboración entre ambos regímenes con una miel muy especial en forma
de mapa de Europa.
Stalin confiaba en la implantación sistemática del régimen soviético en
todos los rincones del planeta, creyendo posible su llegada hasta la Península
Ibérica a la que no dejaba de mirar con un ojo, mientras que con el otro leía y
leería en un futuro próximo los posibles pactos de no agresión con la Alemania
Nazi que se le ponían encima de la mesa en donde los nombres de Polonia,
Finlandia y tantos otros hacían que su sangre hirviera incontinente a la espera
de momentos mejores. Quería llegar hasta España, sí, pero no como un estado
satélite aislado de la Unión Soviética. No quería que ninguna república
soviética estuviera físicamente separada de Rusia. Extremo que entenderéis
leyendo las memorias de Joseph Landowsky “Sinfonía
en Rojo Mayor”. Por eso apoyarían a la República Española, sometiéndola
al comunismo y esquilmando el Banco de España, pues bien cara salió su
colaboración.
Hitler mientras tanto mentía. Mentía en los mítines dirigidos a su pueblo,
mentía en la prensa y mentía en sus declaraciones de buenas intenciones para
con los estados limítrofes que incautos ellos no supieron entrever sus
intenciones hasta que fue demasiado tarde, tal es el caso de Austria, Polonia,
Suecia, Dinamarca… Y dentro de sus mentiras embaucaba a los líderes que le
podrían ser útiles para llevar a cabo sus propósitos.
Mussolini era el principal de estos líderes. Terminada su expansión
colonial en Abisinia, y después de hacer una demostración mundial de su poderío
se embarcaría en negociaciones con Hitler, negociaciones que declaraban un
respeto mutuo y reconocimiento del papel de cada uno en la Historia
contemporánea. Mussolini, como buen socialista, que lo fue, temía la expansión
comunista, y cuanto más la temía, más se dejaba embaucar por Hitler. Llegando
incluso, (y con el lento paso del tiempo), a erosionar su propia ideología
fascista tendiendo un puente a la aún más extremista ideología nazi, de la que
originalmente la distanciaban conceptos tales como el antisemitismo,
inexistente en los orígenes del fascismo. Esto queda demostrado si tenemos en
cuenta por ejemplo, que en el Ejército italiano militó entre otros el General
Alberto Liuzzi, judío de religión, que ingresaría en la Escuela de Oficiales de
Complemento en 1917, doblemente condecorado en la 1ª Guerra Mundial, licenciado
en 1920 y suscrito al Partido Fascista y enrolado en la Milizia con grado de
Centurión para llegar a ser Cónsul General. Participó
en Abisinia y fue voluntario a España en donde recibiría la Medalla de Oro al
Valor Militar a título póstumo. Su pérdida supondría un fuerte golpe moral para
sus compañeros y subordinados, cuyo cuerpo descansa hoy en día en la Torre Mausoleo dei caduti italiani en Zaragoza con otros 4182 compatriotas suyos. Sería pues el antisemitismo una idea que iría asimilando
con el paso del tiempo según se reforzaban sus lazos con el régimen de la
Alemania Nazi. Aunque tampoco esta afirmación es del todo correcta. Los nazis
tomaron las riendas de Italia, por la fuerza, cuando las líneas italianas
fueron rebasadas en las diferentes oleadas anglo americanas en Sicilia e
Italia. (Hablo de ello en Póker
de Ases de la Segunda Guerra Mundial y en mi
comentario de la película Patton en el fancine).
Francia y el Reino Unido ignoraban las señales de peligro que iban
encontrando en sus caminos por la política exterior europea. Unas veces por
pasividad, otras por miedo a desencadenar conflictos, y las más por no escuchar
a sus políticos más despiertos, como el propio Winston
Churchill, calumniándolos de exagerados y dejando pasar el tiempo. Esto
les llevaría incluso a desoír y traicionar tratados de mutua defensa con
terceras naciones como sucedería con Polonia cuando nazis y comunistas se la
dividirían como un pastel. O con china cuando sean los japoneses y la pinza
comunista (doble: comunistas chinos y soviéticos).
Mussolini albergaba dudas para con Hitler y el movimiento
Nacional-Socialista emergente en el norte de Europa, de carácter centrífugo
liderado por una mente fría y calculadora quizás distante de la personalidad y
el carácter que imprime el Mediterráneo en los pueblos bañados por sus aguas. Y
era éste, el Mar Mediterráneo uno de los focos que captaba mayor atención del
Duce. El acercamiento progresivo a Alemania provocaba un distanciamiento con
otras potencias que hasta el momento mantenían relaciones relativamente buenas
con Italia, como es el caso de Francia o Inglaterra, haciendo que se planteara
un futuro incierto, acompañado eso sí, por no pocas alarmas de posibles
enfrentamientos futuros con estas mismas potencias, sobre todas la británica.
Tener buenas relaciones con España suponía para Mussolini la llave del
Mediterráneo. Se trata de un mar cerrado, que solo tiene una apertura hacia el
Océano Atlántico de apenas 14 kilómetros y en cuyo Estrecho de Gibraltar ondea
la Union Jack, lo cual suponía un
grave obstáculo en caso de guerra abierta con las potencias occidentales. El
poderío británico estaba basado en su potente Royal Navy. España supone por esto el perfecto aliado a la hora de
poder salir del Mediterráneo y expandirse hacia el oeste. Por lo tanto no es de
extrañar el posible atractivo que supondría para Mussolini flirtear con las
autoridades españolas para que le garantizasen semejante apoyo.
Primero en la dictadura de Primo de Rivera y más tarde con la de Franco
tendría el terreno abonado para las negociaciones pertinentes. Pero una vez
frustrada su idea original en tiempos de Primo de Rivera sólo cabía esperar la
ayuda de Franco, este pudo ser uno de los motivos que llevaran al Duce a
respaldar al General Franco. Quién sabe si con la intención de hacer de España
un protectorado italiano, un Estado Fascista asociado al suyo o un futuro
camarada de armas en la guerra que estaba por venir.
Mientras tanto, los Estados Unidos parecían no querer involucrarse
demasiado en la política europea, adaptando una actitud de mero observador de
lo que pasaba en el viejo continente. Aquí en Europa se fraguaban conflictos
cuyas consecuencias eran incalculables, y en medio de estos problemas, estalla
la guerra civil en España.
Una España en
crisis que da un golpe de timón para tomar quién sabe qué rumbo, inmersa en sus
propios problemas políticos que se remontaban a más de medio siglo de
enfrentamientos y cambios constantes de regímenes políticos. Una antigua
potencia militar que vivía del recuerdo y era incapaz de salir a flote. Sería una guerra que serviría para que toda Europa se
decantase por uno u otro bando. A todos los problemas que de por sí existían en
España, se le sumaría el pulso internacional entre diferentes modos de entender
la política y diferentes estilos para dirigir una nación. Así que las potencias
europeas empezaron a sentirse solidarias con uno u otro bando, llegando a
participar en la contienda y definiendo de un modo bastante claro los bandos
que posteriormente se enfrentarían una vez más en la Segunda Guerra Mundial.
No sólo Italia liderada por Mussolini, también la Alemania Nazi y la vecina
Portugal de Oliveira supondrían el conjunto de naciones que simpatizarían con
la causa Nacional del levantamiento que empezó en tierras africanas y que se
enfrentaría a los partidarios de la República Española quienes a su vez
contarían con la ayuda de franceses, británicos, americanos y soviéticos
alistados en las Brigadas Internacionales.
Pero no debemos caer en el error de pensar que la participación italiana
fuera espontánea y desinteresada. Más bien al contrario, ésta no se produjo
hasta una vez estallada la guerra y no sin los intentos fracasados de emisarios
españoles que partieron hacia Roma con la intención de recibir ayuda de Italia
y se volvieron con las manos vacías.
Fueron muchas las entrevistas entre personas de su Gobierno y diferentes
comisiones españolas que representaban al amplio espectro contrario a la
República. Si bien abundaron los acercamientos entre ambas facciones, no hubo
ninguna respuesta positiva por parte del Duce que confirmara su implicación y,
o posible respaldo a un levantamiento con el fin de derrocar al gobierno.
Hubo varios intentos fallidos, hasta que en el 21 de julio de 1936,
(empezada la guerra), el Capitán Honorario de la Legión D. Luis Bolín llega a
Roma para entrevistarse con el Duce buscando apoyo material en nombre de
Franco. Al cabo de unos días es recibido y se le niega la ayuda, sumándose a
éste otra partida española enviada por el General Mola compuesta por D. Antonio
Goicoechea, D. Pedro Sáinz Rodríguez y D. Luis de Zunzunegui que llega en un
momento clave, pues el Gobierno italiano se acaba de enterar de que el
Presidente del Gobierno francés, León Blumm, y su Ministro de Defensa Pierre Cot
habían tomado la decisión de colaborar con el Gobierno Republicano a petición
del Sr. Giral, haciendo que las intenciones del Duce cambiasen drásticamente
accediendo a mandar la tan solicitada ayuda.
Desde que Mussolini diera el sí al bando nacional se daría una relación de
amor/odio entre él y Franco. Es cierto que se le pidió que ayudara, pero esta
ayuda estaba bien especificada por Franco cuando se negoció. El bando nacional
disponía de hombres, lo que necesitaba era material de guerra, ametralladoras,
morteros, carros de combate, vehículos y sobre todo personal capaz de instruir
a las tropas nacionales en su manejo.
Pero Mussolini se extralimitó. El final de la invasión de Abisinia y su
posterior pacificación, había dejado ocioso al ejército italiano. El Duce, por
iniciativa propia, envió tropas a España cuyo número planteará un problema a
los historiadores. Varía desde los 50.000 de Hugh Thomas o Alcofar Nassaes
hasta los 150.000 mencionados por Dolores Ibárruri, siendo John F. Coverdale
quien ateniéndose al “Ufficio Spagna” nos habla en su obra
Intervención Fascista en la Guerra Civil
Española de un total de 72.827 italianos cuyo desglose nos explica D. José
Luis de Mesa en su libro El regreso de
las legiones estableciendo la diferencia entre soldados profesionales y
milicianos fascistas.
Esta iniciativa no fue del agrado de Franco, quien no había pensado en la
posibilidad de tener soldados extranjeros fuera de control en la península. Lo
primero que hizo fue desarticular las legiones italianas e integrarlas en
cuerpos mixtos con legionarios españoles para que quedaran bajo mando español.
No ocurrió lo mismo con los voluntarios portugueses, que aportaron un total
de 105 oficiales biriatos cuyo objetivo era el de formarse en campaña, ni con
los alemanes, quienes practicaron un reciclaje continuo de sus tropas,
permitiendo así que se formaran en combate y luego fueran sustituidos. Los
italianos, a diferencia de los otros vinieron y se quedaron, aportando
refuerzos únicamente para sustituir bajas, o mejorar el rendimiento de las
anteriores, sin el objetivo de formar a sus tropas con vistas al futuro.
Podemos afirmar que el papel de los italianos fue importante para el Bando
Nacional. Incluso se darán casos curiosos como el de las Islas Baleares con el
dirigente fascista Arconovaldo Bonaccorsi, apodado “Conde Rossi” al frente. Y la actuación determinante de los
italianos en Málaga. Siendo Extremadura, la Cornisa Cantábrica, Santander,
Levante y Cataluña los diferentes escenarios en los que los soldados italianos
lucharon por la causa Nacional. Hubo episodios para la gloria militar y
derrotas que marcarían a estas tropas.
Italianos en las Brigadas Internacionales
Pero hablar de la intervención italiana en la guerra civil española y
olvidar u obviar su participación en el bando republicano sería no hacer
justicia. Pues la hubo, y no fueron pocos los
italianos que movidos por diferentes ideologías políticas se desplazaron hasta
España para intentar defender a la República. La gran mayoría de ellos quedaron encuadrados dentro de
las Brigadas Internacionales,
(BB.II.), en concreto 1600 voluntarios formaron el Batallón Garibaldi, (*1), y constituyendo el grueso de la XIIª Brigada Internacional junto con
componentes de otras nacionalidades. El Batallón
Thaelmann formado por alemanes, escandinavos y flamencos, y el Batallón
franco-belga que tomaría el nombre de Batallón
André Marty. Amén de suizos del Tesino y ciudadanos de San Marino, (para
alcanzar el número de 5200 italianos que acabarían participando en las BB.II.
de un total de aproximadamente 59000 brigadistas de una u otra nacionalidad).
La mayor parte de los extranjeros que participaron en el bando republicano entraron en España por las fronteras catalana o vasca con Francia, (y dependiendo de por cual llegaran pasarían a luchar en los frentes cántabro o aragonés). Entre los muchos extranjeros que llegaron, hubo un número indeterminado, pero siempre inferior a un centenar de italianos comunistas que marcharía hacia el Norte de la península, y el resto, Los que llegaron a la frontera catalana fueron recogidos por miembros Anarquistas de la F.A.I. y sindicalistas de C.N.T. quienes los reclutaron y enviaron a Barcelona. Los primeros de estos serían los que podríamos considerar como las primeras BB.II.
La mayor parte de los extranjeros que participaron en el bando republicano entraron en España por las fronteras catalana o vasca con Francia, (y dependiendo de por cual llegaran pasarían a luchar en los frentes cántabro o aragonés). Entre los muchos extranjeros que llegaron, hubo un número indeterminado, pero siempre inferior a un centenar de italianos comunistas que marcharía hacia el Norte de la península, y el resto, Los que llegaron a la frontera catalana fueron recogidos por miembros Anarquistas de la F.A.I. y sindicalistas de C.N.T. quienes los reclutaron y enviaron a Barcelona. Los primeros de estos serían los que podríamos considerar como las primeras BB.II.
Los voluntarios que terminaron en las BB.II. completaron su formación en
Albacete. Allí se formaría un Comité de Organización encabezado entre otros,
por Luigi Longo “Gallo”, que
terminaría siendo Inspector de las BB.II. y Mario Nicoletti di Vittorio,
Comisario General y hombre de confianza de quien les dirigiría, André Marty,
(secretario de la IIIª Internacional
Comunista, quien el día 22 de mayo de 1931 fuera ya expulsado de España por
disturbios y violencia callejera junto con el también comunista francés, Sr.
Duclos que se encontraban en Sevilla), y el Comandante Vidal como Jefe de
Estado Mayor. Se les agruparía por nacionalidades, dándoles la instrucción en
las zonas de los alrededores. Los brigadistas
italianos compartirían su instrucción con los ingleses en Madrigueras.
La instrucción de las Brigadas Internacionales fue difícil, teniendo en cuenta que los
había cuya ideología no aceptaba jerarquías ni órdenes de superiores. Se llegó
al extremo de tener que imponerse la
pena de muerte impuesta por la República entre los brigadistas internacionales
para los delitos graves como fuente inspiradora de disciplina para estar a la
altura de las necesidades de la propia República dado que eran tiempos de
guerra.
No
solo hubo italianos en el Batallón
Garibaldi. También
vinieron otros que se fueron integrando en diversos cuerpos y que lucharían en
múltiples campañas. El nombre más destacado es el del italiano Fernando de
Rosa, jefe del Batallón Octubre de
ideología socialista, donde figuraban de asesores los extranjeros Mirko Turkovic,
(yugoslavo), y Bianchi, (italiano). En Castilla
intervendrán en las Centurias Gastone
Sozzi y Centuria Commune de Paris,
en los frentes de Talavera, Toledo y San Vicente.
Aquí se reunirían al principio tres grupos de
italianos. El primero parte inmediatamente para el frente con milicianos
catalanes. Los otros dos formarán dos centurias anarquistas. Una se llamaría Centuria Giustizia e Libertà, cuyo
líder sería el socialista Carlo Rosselli, quien daría un discurso en la radio
de Barcelona al que llamaría “Oggi in Sapagna, domani in Italia”
el día 13 de noviembre de 1936. La segunda centuria se denominará Centuria Gastone Sozzi, (más tarde absorbida por las Brigadas Internacionales), con Gotardo
Rinaldi y el capitán Francesco Leone.
Al igual que sus compatriotas y enemigos en España
protagonizaron luchas desesperadas, defensas aguerridas y combates llenos de
pundonor dando fama a su Batallón y alcanzando su cota más alta de protagonismo
en Guadalajara cuando se enfrentaron con las tropas del C.T.V. infligiéndolas la más amarga de las derrotas librando su
particular guerra civil italiana
lejos de su patria.
Anarquistas italianos al margen de las Brigadas Internacionales, a favor de la república
Es digno recordar al Batallón
Malatesta, también conocido como Batallón de la Muerte, (*2), en su mayoría
formado por anarquistas italianos refugiados en Francia que actuó al margen de
las Brigadas Internacionales. Fue un intento anarquista de
crear sus propias Brigadas
Internacionales que fracasó. Tras su formación organizaron un espectacular
desfile en las calles de Barcelona, en donde deslumbraron por su impecable
uniformidad y su marcialidad y después de algunas intervenciones en la guerra
fue derrotado en Huesca, tras lo cual desapareció y nunca volvió a saberse nada
de ellos.
El 5 de agosto entrará en combate la Columna
Lenin, compuesta entre otros por italianos, y el 29, la unidad italiana Carlo Roselli toma parte en la
ocupación gubernamental de Montearagón y Estrechoquinto (Huesca).
Intervención italiana respaldando a los nacionales en la Guerra Civil Española
La primera ayuda italiana al bando nacional consiste originalmente en
material bélico y apoyo económico, aviones, carros armados con ametralladoras y
cañones antiaéreos con sus equipos de mantenimiento y se hace vía marítima
desembarcando en Vigo. Más adelante llegarían a España otros envíos que se
sumarían al primero, y con el tercero de estos desembarcaría en el puerto de
Palma de Mallorca el Cónsul de la Milizia Arconovaldo Bonacorsi, quien se haría
llamar “Conde Rossi”, al frente de otro transporte de municiones y seis aviones
a bordo del Morandi y acompañado por el Teniente Coronel de Francesco y el
aviador Luigi Cirelli.
Según cité arriba, el papel de Bonacorsi fue bastante extraño, cuando el
periódico El País publica en 1976 Golpe de mano en Mallorca, (primer
episodio de seis que publicó bajo el nombre de La intervención italiana en la
guerra civil española), destaca la extraña personalidad de este personaje, y de
cómo disfrutaba del beneplácito de Mussolini para hacer y deshacer a su antojo
en las Islas Baleares. Una de las cosas que fomentó fue el desarrollo de
Falange instado por el propio Ciano, llegando a desfilar por las calles de
Palma de Mallorca montado en su caballo exhibiendo emblemas como el de Falange,
el símbolo fascista italiano y una cruz blanca en el pecho. Eran las Baleares un
punto estratégico que cortaba las comunicaciones entre Francia y sus colonias
africanas siendo esta una plaza importante para la política italiana, por lo
que la ayuda italiana tendría un doble objetivo, ayudar a Franco y disfrutar de
semejante enclave estratégico.
El primer envío de material entraría en España por Vigo, cinco “carro
veloce” L3/35 de la casa Fiat que viajarían desde Vigo a Valladolid con el fin
de instruir a las tripulaciones españolas para una vez preparadas partir para
Guipúzcoa y colaborar en las conquistas del Monte Bárbara, Hernani y San
Sebastián. Esta es una operación rápida y son reenviados a Cáceres en donde se
unirían a otros diez carros L3/38 y otro material. Aquí se formarían ocho
baterías de artillería compuestas por los italianos que las habían traído, los
que habían estado en el Norte y un nutrido número de españoles, separándose en
dos grupos con diferentes destinos, unos irían a Talavera y los otros irían a
Ávila.
Sin embargo hay que esperar hasta el día 21 de octubre para que entren en
acción, y ayudados por una unidad marroquí llegan a Navalcarnero. El día 31 de
octubre muere el primer soldado italiano en el Hospital de Toledo quien
sufriera heridas en Esquivias. (Entre los días 15 y 20 los italianos
pro-republicanos ya estaban luchando con las fuerzas gubernamentales entre Robledo
de Chavela y El Escorial, en el frente noreste de Madrid).
Siguen su avance hasta las proximidades de la capital, para regresar a
Cáceres el día 26 de noviembre, dejando la artillería en manos españolas.
Durante este mes sigue goteando la ayuda italiana, y a lo largo del otoño, los
Coroneles Roatta y Faldella y el Mayor Sirombo presencian los combates envían
informes a Roma explicando el desarrollo de la contienda formando la “Misión Militar Italiana”, a sabiendas
por parte del Coronel Roatta de las intenciones de Roma de enviar cuatro
batallones de voluntarios italianos comunicado por el “Servizio d’Informazione Militare”.
Comunistas italianos en Madrid, en las filas de las Brigadas Internacionales
En el bando republicano, en la defensa de Madrid, entre el 6 y el 7,
encontramos a Mario Nicoletti, Comisario Político, quien supervisará las
actuaciones de la XIª Brigada
Internacional liderada por el General Kleber, aunque quedará como unidad de
reserva sita en la Facultad de Filosofía
desde donde desplegará a sus hombres por el Manzanares. El día 10 parte desde
Guadalajara para Madrid la XIIª Brigada
Internacional en la que se encuadra el Batallón
Garibaldi. Su incorporación será inmediata, llegando el día 17 de noviembre
y luchando en un fallido intento por tomar El Cerro Rojo, saliendo derrotados y
con numerosas bajas, como también sucedería en Palacete, intentando tomar el
lugar de las manos de los nacionales. El propio Longo lamentaría la deficiente
formación que ha recibido la Brigada causada por el breve tiempo de que
dispusieron para su instrucción. No obstante se reorganizarían y aguantarían en
la defensa de Madrid hasta el día 9 de diciembre.
El 13 de diciembre la XIIª Brigada Internacional se refuerza con
otros quinientos voluntarios mandados por Guido Picelli y parte hacia las
afueras de Madrid, a Majadahonda para intentar frenar el progreso nacional.
Guido Picelli morirá el día 5 de enero en Albacete.
El 9 de febrero volvemos a encontrar a la XIIª Brigada Internacional
en la defensa del Jarama, junto con las Brigadas
de Lister, El Campesino y la XIª Brigada Internacional. El Batallón
Garibaldi defiende el Puente de Arganda y repele un ataque de tropas moras
a las que les inflige la muerte de más de la mitad de sus componentes. El día
13 los republicanos se reorganizan y vuelven al combate con 16 Brigadas, cuatro
de las cuales eran internacionales, entre las que se encuentra la XIIª Brigada Internacional.
Es entre los meses de noviembre y diciembre de 1936 cuando Mussolini decide
sin previo aviso enviar tropas a España reclutándolas entre el Regio Essercito y el Partido Fascista con un doble fin,
tener tropas profesionales para ayudar al ejército nacional y combatientes
motivados por su ideología anticomunista. Esto produjo una conmoción en Franco
no sólo porque no lo hubiese pedido, sino porque de necesitar refuerzos, serían
en forma de mandos y material, aunque se encontró con esta maniobra de
Mussolini sin tiempo para responder o negarse. Los primeros italianos que
llegaron tenían espíritu fascista y experiencia en la guerra como veteranos,
cosa que contrastaría con los siguientes envíos de tropas que carecerían de
ambas cosas perjudicando en gran medida a la empresa italiana en España. Su incorporación
daría muchos quebraderos de cabeza a los mandos para compensar la experiencia o
inexperiencia y las diferentes motivaciones de los nuevos refuerzos..
Málaga : El mayor éxito de las tropas nacionales italianas en España
Su primera intervención tendría lugar en Málaga, hasta ahora reducto republicano a donde se encaminaba el General Queipo de Llano y en donde caería herido el propio General Roatta quien mandaba a los italianos. Esta campaña no solo conquista Málaga sino parte de Granada con lo que el impacto será enorme para la moral republicana. Abren el paso al ejército nacional hasta el mar y, (a modo de anécdota, como dice D. José Luis de Mesa en su libro El regreso de las legiones), fue confiscada una maleta por el Mayor del Servicio de Información Beer, que contenía el brazo incorrupto de Stª. Teresa de Jesús que el propio Faldilla entregaría a Franco.
Il Corpo di Truppe Volontarie – Cuerpo de Tropas Voluntarias (italianas) en la Guerra Civil Española
Después de Málaga se creará el “Corpo di Truppe Volontarie”, (C.T.V.), en Soria reagrupando a los
diferentes envíos de italianos bajo el mando de Roatta quien dependería
directamente de Franco. El C.T.V.
estaría compuesto por cuatro divisiones:
- 1ª División del CTV: “Dio lo vuole”
- 2ª División del CTV: “Fiamme Nere”
- 3ª División del CTV: “Penne Nere”
- 4ª División del CTV: “Littorio”
Los componentes de ésta 4ª División dejaban bastante que desear pues eran
de origen variopinto. Por lo general voluntarios que no militaban en el Partido
Fascista y la mayor parte casados, con hijos e inexpertos. Tendrían buen
material pero escasa formación.
La marcha del C.T.V. seguiría
adelante, llegando a uno de los episodios más destacados y renombrados de su
intervención en la guerra civil: Guadalajara.
“España no es Abisinia”
Aquí se conjugarán muchos factores. El clima adverso que impidió la
actuación de la aviación nacional, la indecisión de los mandos italianos, su
exceso de precaución, en algunos momentos la descoordinación y errores de
intendencia que originaría el caos entre los componentes del mismo que
desencadenarán en la derrota italiana. Y lo que sería aún más duro para ellos,
la participación de sus compatriotas italianos
en la defensa de Guadalajara encuadrados en la XIIª Brigada Internacional en el
Batallón Garibaldi. Coincidencia esta que sería utilizada por la propaganda
pro-republicana para magnificar la victoria en la batalla. Además de todo lo
dicho, en la noche del 8 de marzo uno o dos Camisas Negras de la “Littorio” se pasaron al enemigo
provocando la detención de un gran número de italianos que, según el parte
republicano, asciende a un comandante, dos oficiales y cuarenta soldados. Son
todos estos factores los que hacen que sea infructuoso este primer envite en
Guadalajara.
El día 9 de marzo se reorganizan los republicanos hundiendo puentes y
cortando las comunicaciones para entorpecer el avance nacional. Esa misma tarde
se incorpora a la defensa de Guadalajara la XIIª Brigada Internacional. Los “Garibaldini” usarían un
arma psicológica como era “el altavoz del Frente”, por un lado
arengando a los republicanos contra los italianos y por otro la do instando a
estos últimos a la rendición. Esta guerra de propaganda queda filemente
reflejada en el comienzo de la película La vaquilla
de Berlanga.
El día 14 los italianos republicanos lideran un avance para conquistar el
Palacio de Ibarra, cosa que logran tras llegar a luchar cuerpo a cuerpo dejando
a sus compatriotas sin escapatoria y provocando su rendición. Para terminar
reconquistando Brihuega el día 18 de marzo gracias a su esfuerzo y al respaldo
de la artillería, los carros de combate y la aviación republicana.
Esta archiconocida victoria de los republicanos no se mediría por terrenos
conquistados al bando nacional, que no los hubo, ni por el derrumbamiento de
las tropas italianas, porque se recuperarían. Sino por el efecto inmediato que
produjo en las filas republicanas y en los brigadistas. La República se había
enfrentado al fascismo y lo había vencido, cosa que daría moral a sus
combatientes poniendo la esperanza en que esta hazaña histórica les armase de
valor para defender la capital, Madrid.
La derrota fascista fue inmediatamente
mediatizada con el fin de pregonarla a los cuatro vientos, no obstante el
propio Hemingway haría referencia en
uno de sus artículos como corresponsal de guerra a este hecho mencionándolo de
la siguiente manera: “He pasado cuatro
días estudiando la batalla sobre el propio terreno con los mandos que la dirigieron
y puedo afirmar con orgullo que Brihuega ocupará su lugar en la historia
militar junto al resto de las batallas decisivas de todo el mundo”. Y sería
en esta batalla en donde se acuñaría y se haría célebre el eslogan “España
no es Abisinia”, que utilizaban los soldados republicanos con ánimo de
ridiculizar la participación de los italianos en la guerra civil española.
Existe otra teoría que vendría a sumarse a lo ya expuesto. Sería la
disconformidad del propio Franco con el protagonismo de las tropas italianas
tras la campaña de Málaga. La propaganda republicana exageraba la ya de por sí
meritoria actuación italiana para reforzar su idea de lo determinante que eran
las tropas extranjeras del lado nacional, con el fin de hacer de menos a los
combatientes españoles. Se podría interpretar que franco da la espalda a los
italianos para que tengan un desliz, y así recuperar los méritos de batalla
para sus soldados, dada la original disconformidad del Generalísimo con
respecto a la participación directa de tropas extranjeras en territorio
nacional, y mucho más si recordamos que estas fueron impuestas por el propio
Mussolini. Franco no podía permitirse que un ejército extranjero fuera el
primero en abrirse paso hasta Madrid, con lo que su papel en la contienda habría
quedado más que en entredicho, (*3).
Según John F. Coverdale, los
abandonaría a su suerte animándoles incluso en una empresa imposible con doble
objetivo, el primero de minar el exceso de confianza y de protagonismo que se
atribuían a sí mismos los hombres de Mussolini, y segundo, debilitar las líneas
republicanas a costa de los italianos. Es más, Coverdale arriesga aún más
afirmando que muchos nacionales, entre los que se incluirían personas cercanas
a Franco, brindarían en honor de los republicanos, (que en esta batalla, a
excepción de las BB.II. XIª y XIIª eran de origen español), afirmando que
estos, “los españoles, aunque fuesen
rojos, podían derrotar a los mejores italianos”.
Lo cierto es que al término de esta batalla se “depuraron” las filas de la
“División Littorio”, con el fin de
no volver a sufrir semejante derrota, o al menos que sus componentes fueran más
profesionales de cara a la imagen que resultaría de sus intervenciones. El
propio Faldella partió para Italia. El resultado de la batalla fue negativo,
pero no así sus consecuencias. Una vez depurados sus efectivos, se pasó a
reorganizar la intendencia, la soldadesca y a la oficialidad con lo que la “División Littorio” salió reforzada a
pesar del gran descalabro que protagonizaron.
Pero la participación italiana quedaría condicionada para el resto de la
guerra. Málaga y Guadalajara serían las mayores empresas de los italianos como
protagonistas de una batalla. Sin despreciar lo sucedido en Málaga, pero
aprovechando la repercusión de Guadalajara, las tropas italianas, aún
reforzadas y mejoradas, quedarían relegadas a un segundo plano a partir de esta
fecha perdiendo su excesivo protagonismo en lo sucesivo y sin poder volver a
atribuirse méritos absolutos a título particular en ninguna de las grandes
batallas que aún estaban por venir.
Las Flechas italo-españolas
De hecho en febrero de 1937 aparecería la primera unidad italo-española. En
Andalucía se reuniría un conjunto de oficiales y suboficiales de ambas
nacionalidades para formar la base de la primera unidad de este género
recibiendo el nombre de Flechas Azules,
(*4), compuesta en su gran mayoría por españoles, cuya cifra aumentaría en la
misma medida que fueran teniendo bajas los italianos al no sustituirlas.
Esta unidad intervendría en la zona de Extremadura y su primera
intervención sería en Azuaga el día 14 de abril. Aunque la confusión en el
Ejército republicano les llevó a creer que ya estaban en activo con
anterioridad, mencionándolo incluso en su parte de guerra del día 1 de abril. Esta
intervención se prolongaría hasta el 28 de mayo, fecha en que sería conducida a
retaguardia presa del cansancio y de la malaria. Volverían a la acción dos
semanas después en la zona de Campillo en donde con gran empuje toman las tres
Sierras en apenas hora y media desplazando a los defensores.
Italianos en la guerra civil española - Brigada mixta italo-española Flechas azules - CTV Álvaro García |
Es curioso que los italianos solicitaran el ingreso en esta unidad de
voluntarios de otras nacionalidades, austriacos, rusos blancos, cosa que no
fructificó, salvo raras excepciones como la del Teniente argentino Pablo Longhi
Bragaglia, de ascendencia italiana y cuya capacidad para hablar ambos idiomas
le permitió ingresar en las Flechas
Azules.
Tras la profunda depuración del C.T.V.
por lo sucedido en Guadalajara, éste se reúne entre Valladolid y Palencia y se
reestructura. Su primer jefe sería el General de División Ettore Bastico, quien
a pesar de sus grandes servicios, resultaría problemático en más de una ocasión
llegando a ser destituido tras tomar Santander. No fue solo él quien llegó
nuevo, también el nuevo encargado del Estado Mayor del C.T.V., el Coronel Ettore Gambara y una gran lista de oficiales que
sustituiría a la no inferior lista que se marchó, demostrando que hasta el
momento las cosas no habían funcionado del todo bien. Sumado al descenso del
número de la tropa italiana que oscila entre 7000 y 10000 que también se
repatriarían.
Italianos en la guerra civil española - Brigada mixta italo-española Flechas negras - CTV Álvaro García |
El 29 de enero surge una nueva Brigada
Mixta, Flechas Negras compuesta por italianos y españoles provenientes del
Ejército y de Falange y el inconmensurable refuerzo de una Compañía de Guardias de Asalto españoles de Badajoz. Cuando hubo
finalizado su entrenamiento partieron para el frente de Madrid. Allí estarían
tan solo cuatro días pues enseguida son enviados al de Vizcaya en donde se
sumarían a la “Artillería Legionaria”
y a la “Agrupación Legionaria”
formadas también por italianos. Las Flechas
Negras entrarían en combate en Ondárroa para terminar entrando el día 29 en
la villa de Guernica. La actuación
fue en general bastante buena, cabiendo destacar, como anécdota, la deserción
de cuatro de sus miembros que se pasarían al otro bando en Lequeito, siendo
tres italianos y un español.
Una película española que refleja como ninguna otra la influencia comunista
en la república española. Habla de la censura ejercida por la propia República
y refleja, también, la labor de los comisarios políticos comunistas (de los que
leeríes y os sroprenderéis en Sinfonía
en Rojo Mayor).
Flechas Negras y la Agrupación
Francisci quedan bajo el mando
de Roatta, quien seguía gozando de la confianza de Mussolini a pesar de lo sucedido
en Guadalajara. Uno de los episodios más duros fue en el Monte Jata, el 19 de
mayo, que dio lugar a una lucha cuerpo a cuerpo llegándose a luchar con los
puñales que llevaban los Camisas Negras.
Fueron muchos los encuentros encarnizados con las tropas republicanas. El
avance, si bien era constante, provocaba muchas bajas llegándose a repetir
enfrentamientos con bayoneta en Munguia, con la intervención de los Guardias
de Asalto de Badajoz. El 14 de junio se disuelve la agrupación formada por
la unidad italo-española y la formada solo por italianos, dejando Roatta de
estar al frente de la misma.
Tras asegurarse Baracaldo, siguieron avanzando, hasta que en Peña Amarilla
fueran atacados después del fuego de artillería por el Batallón Malatesta, compuesto por anarquistas italianos, ya mencionado antes, que también se
autodenominaba Batallón de la Muerte,
enfrascándose en un combate duro y sangriento, contraatacando y rechazando a
los “Malatesta”,
que según el parte de guerra republicano, perdió a 340 hombres de los 450 que
les quedaban. Al día siguiente rechazaron el ataque de dos batallones
republicanos, el uno vasco y el otro anarquista. Con estas intervenciones se
acabará su participación en este frente, siendo trasladados a Santander.
El C.T.V. no participará en la
Batalla de Brunete. Sin embargo sí lo harán los brigadistas internacionales,
concentrando el más basto Ejército hasta entonces reunido por la República. Se
juntan también altos mandos como Líster
y El Campesino, al frente de
numerosas Brigadas Internacionales y
republicanas, la XVª la XXXVª y la
XLª, a las que se les unirían las XIª y XIIª BB.II.
Así pues, llegado el verano las tropas nacionales se centran en la cornisa
cantábrica. La victoria se supone, e incluso se cree que puede ser fácil, con
lo que Franco estima oportuno permitir al C.T.V.
que lleven la iniciativa para recuperar la moral y el orgullo después de
Guadalajara.
Y efectivamente, a pesar de las bajas y las dificultades, se produjo la
victoria, e igual que sucediera en Málaga, los italianos pretendieron
atribuirse todos los méritos, careciendo de autocrítica pues aún seguían
teniendo graves vicios a la hora de combatir, como vemos en el informe del T.C.
de Estado Mayor español Rodríguez Urbano, en donde enumeraba una serie de conclusiones
a propósito de los italianos, tales como el abuso de los ataques frontales, en
vez de envolventes, como los practicaban los españoles, teniendo como resultado
cuatro veces el número de las bajas españolas. Uso excesivo de la artillería,
que en general es bueno, pero derrochando muchísima munición. Lagunas en las
transmisiones, escaso resultado de los vehículos motorizados, apreciaciones a
propósito de los mandos, para bien y para mal, y también cosas positivas, como
la efectividad de la aviación, destacando la efectividad de la caza sobre las operaciones de bombardeo y
reconocimiento, menciona también mejoras en sanidad e intendencia y aludiendo a
la moral de la tropa decía que era excelente, aunque les califica de
“impresionables”.
Terminada esta ofensiva se concentran las tropas italianas del bando
nacional en el Valle del Ebro con la intención de volver a Guadalajara, en
donde el C.T.V. avanzaría flanqueado
por tropas españolas. Caído en desgracia Bastico, es sustituido siendo acusado
de desobedecer las órdenes del propio Franco, retrasando la victoria hasta en
dos meses, siendo sustituido por Berti, y manteniendo a Gambara como Jefe de
Estado Mayor. Se procedió a la fusión de las Flechas Negras y las Flechas
Azules.
Antes del regreso de Berti se barajó la posibilidad de repatriar a las
fuerzas italianas, y según las pretensiones de Franco, se marcharían dejando el
material en manos de las tropas españolas, previa insinuación de una retirada
de los italianos aprovechando la coyuntura internacional, pero se dará un nuevo
capítulo de imposición de Mussolini, (desoyendo los consejos del propio su
propio Ministro de asuntos Exteriores, Galeazzo Ciano), y llegando a plantearse
el envío de una nueva División a España.
La División Flechas
Desde este momento, la División
Flechas estará al mando de Roatta integrada dentro del C.T.V., cosa que provoca tensiones pues no gozaba de muy buena
reputación ni siquiera entre los oficiales italianos, y enemistándose con los
oficiales españoles al intentar italianizar la unidad, provocando la solicitud
de traslado de varios de ellos.
Si bien la intención original era marchar nuevamente sobre Guadalajara, el C.T.V. fue enviado a Teruel para
contener una ofensiva del Ejército
Popular, dando paso a la preparación para entrar en el frente de Aragón,
campaña que se estaba preparando y que vendría a continuación, en la que
destacaré la Batalla del Ebro. Allí la participación italiana no fue de
infantería, sino de artillería y la Agrupación de Carros Legionaria, dando a la
infantería un merecido reposo mientras se encaminaban ya hacia Levante.
Su participación en esta contienda se desarrollará hasta el día 8 de
septiembre, en que son retirados dando por terminada su participación en el
Ebro.
Los italianos regresan a casa
En los combates de Julio, Berti se ausenta para ir a Roma y exponer
personalmente al Duce el cansancio de los soldados italianos empezando a
otearse el fin de su intervención y repatriación definitiva. Y efectivamente
eso es lo que sucede. Se les concentrará en Cádiz para su posterior marcha vía
marítima rumbo Nápoles.
Italianos en la guerra civil española - Brigada mixta italo-española Flechas Verdes - CTV Álvaro García |
Con las tropas restantes de italianos en España, se procede a formar la
última División italo-española, Flechas Verdes a las órdenes del
Coronel Battisti. Seguirán llegando italianos, pero nunca en número suficiente
como para suplir a las bajas, constituyendo una inmensa mayoría de españoles en
dicha División.
El siguiente paso es atacar Cataluña, pretendiendo cortar las
comunicaciones del Ejército Republicano
con Francia, liberar Cataluña y destruir al ejército oponente. Esta vez
participarían las Flechas Verdes,
las Flechas Negras y la Littorio, dejando en la reserva a las Flechas Azules, amén del apoyo aéreo de
la Aviazione Legionaria.
Se progresa muy deprisa, y el 24 de diciembre se produce un episodio tan
dramático como curioso. El Teniente Coronel Morpurgo muere en combate. Es un
veterano nacido en 1892, había sido nombrado jefe del Estado Mayor de la División Flechas Verdes, pero al ser
sustituido en el cargo, no quiso regresar a Italia dado su origen judío. Se
dejó acribillar por el enemigo al cruzar el puente de Serós en una última
acción heroica, recibiendo a título póstumo la Medalla de Oro al Valor Militar.
Las últimas Brigadas Internacionales empiezan a caer una tras otra
Dejando constancia en sus partes de la crudeza de los combates contra los
italianos del bando nacional, que sería contraatacado en enero de 1939. El paso
de las Divisiones Flechas sería ya
imparable, la caída de Tarragona desmoralizó al Alto Mando republicano,
perdiendo todas las esperanzas de defender Barcelona, quienes en su progresiva
retirada fusilaron a cuantos prisioneros italianos tenían en su poder. El C.T.V. terminará su actuación en
Cataluña el día 6 de febrero de 1939.
Rumbo a la Capital – Madrid en el horizonte
Cortadas las vías de comunicación republicanas, ya no queda sino marchar
sobre la Capital para terminar con la resistencia. Solo los comunistas querían
resistir hasta que estallase la gran guerra, pero acabarían por ceder a las
presiones de sus compañeros de filas, partidarios del fin de la contienda.
De camino hacia Madrid, el C.T.V.
ocupa Guadalajara con la intención de restablecer su honor.
Cuando terminó la guerra, el C.T.V. se quedó en Madrid hasta que se produjo el desfile que conmemoraba la victoria del bando Nacional
Inmediatamente después se procedió a su disolución y repatriación. Son
recibidos en Nápoles por el Rey-Emperador
Victor Manuel III, con la ausencia de Mussolini por la mala relación entre
ambos. El Duce los recibirá en Roma al día siguiente.
Los italianos vistos con ojos de españoles
Terminada la parte de enfoque histórico de la intervención italiana, no
puedo resistir la tentación de rescatar la figura del Teniente Ripamonte de la
película ¡Ay, Carmela!, para
explicar, a través de este personaje y los compatriotas que lo acompañan, cómo
se interpreta en España la figura del soldado italiano en la guerra civil.
Utilizaré pasajes de la película, combinados con hechos reales para ver a
los italianos, (concretamente a los que intervinieron en el lado Nacional), a
través de los ojos del Director de cine Carlos Saura, quien a mi juicio,
refleja fielmente la opinión que se tenía de ellos, no sólo desde la
perspectiva que ofrece el paso del tiempo, sino incluso desde la que tenían los
propios combatientes españoles que convivían con ellos.
Al principio del trabajo ya mencioné al Teniente Ripamonte, calificándolo
de megalómano. Es capaz de jugar con el destino de los tres artistas para
organizar un espectáculo con el que elevar la moral a las tropas nacionales y
ganar méritos entre los oficiales españoles. En medio de la representación
habrá un número en el que un grupo de soldados italianos encabezado por el
Teniente, subirá al escenario para hacer un homenaje a los caídos italianos en
tierras españolas, y es aquí, al entrar en escena, cuando dos oficiales
españoles se burlan de los soldados italianos que empiezan a cantar, dejando su
reputación en entredicho. Tampoco me resisto a mencionar la canción que cantan
en el escenario: “Faccetta nera”.
Uno de los himnos fascistas por antonomasia que habla de cómo, entrados en
Abisinia (Etiopía) un soldado italiano se llevará a Roma a una mujer (la de la
carita negra) para que viva en libertad). Esto demuestra que los fascistas no
eran racistas por si mismo.
El bando nacional aceptó la ayuda de los italianos en la contienda, pero no
podemos olvidar que la llegada masiva de tropas extranjeras a la Península
molestó, por no decir, enojó al propio Franco, sobre todo si recordamos que
estos soldados fueron enviados a España por imposición de Mussolini. No habría
pasado nada si, tras sus primeras intervenciones no hubieran querido acaparar
todos los méritos de las victorias, para lo que me remonto a la actuación de
las tropas italianas en Málaga y la polémica actitud que ostentarían a partir
de aquel momento.
El Ejército Nacional tenía asumidos unos valores que en cierto modo
contrastaban con los del italiano, era de carácter más austero, “castellano” si
vale la expresión, por lo que los italianos, altaneros, orgullosos y con aires
de superioridad chocaban con el talante de los españoles, que sin embargo, no
eran menos orgullosos a pesar de su austeridad.
Es cierto que el comportamiento del Teniente para con la protagonista de la
película, Carmela, es siempre cortés, correcto y con ánimo de agradar, pero no
es menos cierto que estas atenciones que la ofrece están basadas en su propio
deseo de sacar adelante el espectáculo. Si no hubiera descubierto que Carmela y
sus dos compañeros, Gustavete y Paulino eran actores, probablemente habrían permanecido en la Escuela, que hacía las veces de prisión, y quién sabe si no habrían
corrido la misma suerte que los prisioneros polacos mencionados al principio
del trabajo.
Credere, obbedire, combattere
Paulino repite a lo largo de la película el lema “Credere, obbedire, combattere”.
Esta frase es uno de los pilares del movimiento fascista. La pronuncia
Ripamonte cuando se encuentra por primera vez con los artistas, es una de las
consignas que seguirían los miembros del C.T.V., y hace referencia al Duce, a
quien hay que creer, obedecer y por quien habrá que combatir. Paulino lo usa
con el fin de ganarse la simpatía del Teniente en varias ocasiones.
Carlos Saura se basa en la obra de teatro del autor Sanchís Iniestra. Quien
en una maravillosa demostración de ingenio es capaz de hacer un drama
protagonizado por cómicos cuyo desenlace solo es comparable al desarraigo que
produce el enfrentamiento fratricida dejando seres queridos en el camino.
También se descubre como conocedor del contexto histórico militar de su obra,
pues hila muy fino encuadrando a los soldados italianos dentro del C.T.V. y
mencionando de soslayo sus consignas fascistas y recreando sus pasos marciales.
Este conocimiento del ambiente en que se desarrolla la acción, y la no
menos encomiable adaptación a la pantalla de Saura, hace que una persona ajena
a la intervención italiana en la guerra civil española sea capaz de hacerse una
idea bastante acertada de cuál sería el trato entre españoles e italianos
viendo la película. Los representa con buen gusto por la impecable manera de
vestir, el vino, la música, el espectáculo, la comida y las mujeres, aspectos
que nos revelan a un pueblo sensible y admirador de los placeres de la vida.
Todo esto sería positivo si no enmarcáramos la obra en el contexto castrense,
es decir, en medio de una guerra. Estos mismos detalles, a base de repetirse
han ido creando un estereotipo del “italiano” en la conciencia de los
españoles, bastante arraigado y que perdura con el paso del tiempo. No es menos
cierto que este esterotipo lo vemos en el propio Cervantes cuando ensalza las
costumbres de la Italia española en sus tiempos.
Carlos Saura vuelve a hilar muy fino para intercalar algunas críticas, casi
todas sutiles, a los soldados italianos. Hay tres escenas relevantes en las que
me baso para hacer este comentario:
- Cuando los cómicos son llevados ante el Teniente
Ripamonte. Se dan a conocer y se presentan como actores. Tratan de ocultar
su inclinación por la República, justificando la posesión de una bandera
republicana como elemento de uno de sus números cómicos. A lo largo de la
conversación, Paulino descubre la afición por la poesía del Teniente, y en
un intento de ganarse su simpatía empieza a recitar unos versos que hablan
de la muerte de “Federico” García Lorca. Al percatarse del error, Paulino
se para sabedor del peligro que corre alabando al poeta. Ripamonte no sólo
no reconoce la figura de la que está hablando sino que lo felicita por su
declamación, llama la atención sobre el desconocimiento del personaje por
parte del italiano, no sólo por militar en el otro bando, sino por haberse
declarado a sí mismo como amante de la poesía. Se asume implícitamente la
falta de cultura del Teniente
- Habrá otro momento en que se deje de sutilezas para
ser completamente explícito. Cuando los artistas comparten el rancho con
los soldados italianos, Paulino, una vez más se pone a hablar con uno de
ellos, a quien en medio de la conversación le dice una frase en latín. El
soldado, no sólo no le entiende, sino que le dice que “lo siento, pero no hablo español”.
Paulino, con cara de sorpresa dice que es un inculto al no distinguir una
lengua de la otra
- Y como último ejemplo de estas críticas, antes de la
representación, Ripamonte lleva a los actores a una casa para que Carmela
pueda hacerse un vestido. El Teniente se marcha y deja a un soldado
vigilándolos. Después de tomar un poco de vino con Paulino, el soldado se
sienta junto a una radio, se enciende un cigarro y se duerme escuchando
música “napolitana”, demostrando
su falta de profesionalidad y dejando en entredicho su disciplina y
profesionalidad, cosa inadmisible en un soldado
Pero al margen de estereotipos, es justo reconocer que los italianos que
vinieron a España lo hicieron para combatir. Ya fuera en uno u otro bando,
fueron soldados y milicianos decididos a arriesgar sus vidas en defensa de sus
ideales y de lo que unos y otros creían justo.
Más de 4000 italianos se quedaron en España cuando terminó la guerra. Repartidos
por diferentes cementerios a lo largo y ancho de la geografía española. Fueron
muchachos que regaron las tierras españolas con su sangre luchando, como he
mencionado varias veces a lo largo del trabajo, contra sus propios compatriotas.
Trasladando las diferencias políticas que ya tenían en su Italia natal a los campos
de batalla españoles, (*5)
El Gobierno italiano levantó en Zaragoza una Torre Mausoleo en memoria a
sus caídos. Recogieron sus cuerpos dispersos en varios cementerios y los
juntaron a todos para brindarles el reposo que merecen. Este mausoleo era solo
para soldados caídos defendiendo la causa Nacional. Con el paso del tiempo, los
cuerpos de 526 brigadistas italianos fueron acogidos en este territorio
italiano en la misma España en la que murieron sus compatriotas.
A la entrada del Mausoleo podemos ver una lápida en la que se lee la
siguiente inscripción:
Nella sovrastante torre-
Ossario sono ricordati i 4.183
Italiani caduti in terra di
Spagna nella guerra 1936 – 1939
Sepolti nella T.O. 2889
Sepolti a P. Di Maiorca 36
Sepolti a Ciudadela 4
Sepolti a Mahon 27
Sepolti in altri cimiteri
Civili spagnoli 50
Rimpatriati 274
Morti in Patria 142
Dispersi 232
Brig. Intern. 526
Sconosciuti a P. Mahon 3
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