En esta cuarta entrega de la colección de Astérix volvemos a reconocer el genio de sus autores a la hora de recrear la historia. En concreto, nos introducirán en el mundillo de los gladiadores, cómo se gestan los juegos, cómo se “reclutan”, cómo se preparan y cómo se enfrentan a la muerte como quehacer cotidiano.
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El elegido será el bardo Asuranceturix, dado a las escapadas al bosque para desarrollar su talento (oculto) y ensayar entre las bestias. Entre las bestias cuando llega, porque es entonar una melodía y jabalíes, osos, ardillas, galos y romanos huyen por igual.
El destino del galo será acabar en la arena del circo para deleite del pueblo romano, “panem et circenses” (pan y circo), que ansía ver a los famosos galos (que tantos problemas están dando) en el Coliseum. Pero claro, Asuranceturix resulta enclenque y tal es su constitución que su destino será ser devorado por las fieras.
Obviamente el secuestro, traslado, regalo y condena del bardo resulta una afrenta para los galos, que deciden enviar a Astérix y Obélix a la mismísima Roma para rescatarlo.
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Aparecerán los “piratas”, que harán famoso en las sucesivas entregas el grito de alarma “¡Los ga- los ga-, los gaga-, LOS GALOS!" porque una y otra vez fletarán barcos para ser hundidos por nuestros amigos.
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Incluso se permiten hacer un guiño a la Publicidad, con tres tinajas de vino "patrocinando" los juegos.
Mención aparte merecen las viñetas dedicadas a las termas romanas en donde con tres gracias de Obélix, veremos cuál era el método que empleaban los romanos para darse los baños, en Cáparra, (Plasencia), hay unas ruinas dignas de ser visitadas de una sauna. En ellas se pueden observar el caldarium, el templarium y el frigidarium: método empleado en las saunas para ir elevando progresivamente el calor del cuerpo. Pero si digno es ver las ruinas de las salas, más impresionante resulta ver el alcantarillado, (y hago un inciso para reírme recordando la escena de La vida de Brian en la que Monty Python nos regala una de las mejores alusiones a la civilización romana en una de las mejores películas de la historia, aquella en la que enumeran una serie de puntos positivos de la ocupación imperial).
Y sobre los gladiadores… Hay tanto que decir… Creo que haré un artículo exclusivo sobre este tema, porque es curioso y hasta de interés. Mientras tanto decir que los gladiadores podían ser esclavos, (por lo general), legionarios arruinados, comerciantes venidos a menos u hombres libres que decidían hipotecar su libertad para jugarse el pellejo en el trabajo mejor pagado de toda la historia. Pues los gladiadores vivían la vida a cuerpo de rey, viviendo cada minuto como si fuera el último. Cierto es que morían como chinches, (si no, no hay misterio en el asunto), pero aquellos que iban cosechando victorias terminaban encumbrados como héroes de Roma y ganaban fortunas que eran imposible de ser dilapidadas. Comían los mejores alimentos, les cuidaban los mejores médicos y se beneficiaban a cuanta mujer se les pusiera por el camino en un frenesí de músculo, sangre, violencia, lujo, lascivia desmedida y patricias enloquecidas en busca de la esencia del mejor luchador.
Lo hacían para concebir retoños para sus maridos (quienes pasaban por alto, cuando no estimulaban, que sus esposas yacieran con estas "máquinas de matar"). El atractivo de dichas fieras, amén de saberles portadores de unos genes de campeones, es que además las hacían retorcer de placer lascivo pues arrancaban un patagium (túnica femenina), un lisimium (banda de lino para sujetar y alzar el pecho) y sobre todo en Roma: la stola (vestido femenino, propio de Roma inspirado en la antigua Grecia) con el mismo arte que ensartaban a sus rivales en la arena y les arrancaban la piel a tiras.
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Lo hacían para concebir retoños para sus maridos (quienes pasaban por alto, cuando no estimulaban, que sus esposas yacieran con estas "máquinas de matar"). El atractivo de dichas fieras, amén de saberles portadores de unos genes de campeones, es que además las hacían retorcer de placer lascivo pues arrancaban un patagium (túnica femenina), un lisimium (banda de lino para sujetar y alzar el pecho) y sobre todo en Roma: la stola (vestido femenino, propio de Roma inspirado en la antigua Grecia) con el mismo arte que ensartaban a sus rivales en la arena y les arrancaban la piel a tiras.
Ni que decir que los galos, (los nuestros, los del cómic), pondrán a todos en su sitio y harán vibrar a la afición de Roma, 55.000 romanos muertos de hambre y sed de sangre rendidos a sus pies.
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